Hay una línea donde persisto, donde soy otra molécula del aire tratando de permanecer inmóvil. Equilibro la confianza para amortiguar un pensamiento latente de caída. Esquivo los aires del miedo, aunque a veces incline la mirada para contemplar a los seres del suelo con envidia. La seguridad con que se desplazan mientras sostengo mi varita, hace mi respiración más profunda y mis pasos más firmes. Las horas de la madrugada estoy en compañía de las dudas, austeras palomas que se alimentan de mis flaquezas y de los restos de mis virtudes. Todo parece tan sólido desde arriba, incluso cuando tropiezo se no habrá vacío.
(6/04/07)

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