Nunca me ha gustado la política y cuando era niña tenía problemas para pronunciar el nombre del presidente actual, así que me gustaba aún menos. Pero de vez en cuando este blog se viste de bandera y desde el asta comenta. Muchos de nosotros nunca pensó considerar posible los eventos ocurridos en los últimos nueve o diez años. Nuevamente nos enfrentamos a otro retro democrático: intentar salvar la libertad y la igualdad civil. La igualdad es un tema que desde hace tiempo circula en las bocas del descaro y lo llevan como una consigna en un existencia sin práctica. No podemos ser iguales porque las condiciones, la educación, las ideologías e intereses nos hacen ser diferentes aunque todos aspiremos a lo mismo, una mejor calidad de vida. Pola siempre dice que nos acostumbramos a recibir, a escuchar promesas y esperar que otro lo resuelva todo. Creo que en su infinita sabiduría tiene algo de razón, pero eso es sólo parte de problema. También nos hace falta cariño por lo nuestro, un arraigo que nos impida dejar pasar todo con una resignación amanecía de quincena, de Viernes embotellado entre conversaciones de mesa. A veces me consuelo en los rezos ajenos, en la oposición optimista, en la denuncia incansable del periodista que se asoma como una verdad intoxicada de realidades. La salvación individual supone un egoísmo ingenuo, si nos quedamos debemos despertar todos. Espero que la conciencia sea asunto de todos, que le regalen un artículo a esta preocupación necesaria. Porque estamos viviendo en el odio y la injusticia, en un caminar irresponsable de nosotros mismos buscando nuestras cuitas en los otros.
(27/10/07)

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