D. y yo fuimos a convivir con el pensamiento público hace unos días. Nunca me he sentido cómoda en esos evento por lo cual procuro no ir sola. Descubrí que la gente de letras, arte y comunicación que en su corazón querían estudiar letras se ven diferentes a las demás personas. Descubrí que a D. la persiguen los chicos llamados Antonio, las declaraciones de amor y los hombres peculiares y bonitos. Que le gustan las radiografías y las mascaras de papel antiguas. Que es tan buena compañía como V. para hacer Fashion Police. También descubrí que no soy la única que combina marrón con morado o rosado con verde, y que es muy difícil ser intenso y dark en un país tropical. Siempre he sentido que la gente en la calle tiene algo que decirme, que hay una comunicación que espera un primer paso, una confianza explosiva. Que los hombres complacen y las mujeres maravillan. En estos días de furia... me molesta la gente que no devuelve llamadas, que no se preocupa tanto como el otro, la impuntualidad, los tímidos, los que son más impacientes que yo. Los que nunca dicen nada, LOS QUE NO DAN LAS GRACIAS, esto de verdad me molesta porque es una descortesía inmediata con alguien que te acaba de hacer un favor. Los que creen actuar justamente y cometen las peores injusticia, LOS QUE ME DEJAN ESPERANDO, los odio, odio esperar, los que siempre buscan un dialogo con el fin de causar polémica, de enfrentar y de hacerte ver que ellos tienen razón porque la experiencia los justifica y apoya. Los que dicen vivir en libertad y intentan controlarlo todo y tener el control del pensamiento y de la aceptación ajena. Me molesta descubrir a otros observando con la misma alergia e intenciones cuando yo creía que era la única, y mucho tiempo me sentí mal por eso. Su presencia no acompaña sino desilusiona.

(31/01/08)

Comentarios

Melba ha dicho que…
"...que es muy difícil ser intenso y dark en un país tropical..."

Genial!
Y descubrir lo que a uno le molesta es afoutanado, no para recostarlo sobre los demás imperfectos, sino como espejo de nuestras imperfectas necesidades.
No podemos obligar al otro a sentir conforme a ellas

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