A veces podemos ver algo hasta sentirlo

La tristeza pública es un problema cuando la sentimos acumulada y susceptible. Nos desborda inoportuna, conciliando con la rutina y con los otros para los cuales actuamos con tanta naturalidad día a día. Entonces nuestro bienestar es perfecto y surgen largas y complicadas historias. Resulta frustrante esperar sobre nosotros mismmos un visitante que no llega, un huésped ruidoso e intranquilo. Recuerdo ver esto en una persona hace tiempo, su sensibilidad y simpleza era tan palpable que te sentías abrumado por su presencia. Un día lo encontré lidiando con su tristeza en horarios de oficina, no era claro para el resto, pero yo lo ví. Creo que necesitaba ser nombrado y seguir en silencio. Pero pase de largo guardando para mi esta confusa maravilla. Quizás porque ni el reconocimiento ni la acción son virtudes de un malestar tan privado e impredecible.

Calentando un calor...

Comentarios

Entradas populares