Mentí, sin piedad y con la certeza del que reza sobre la esperanza del auxilio. No hay nada amable en el vacío. Me fui comiendo mis mentiras en grande bocados, compulsivamente. Anduve por los caminos blancos, esperando un día o quizás en dos años y cincuenta días tocarlos. Regreso sin la voluntad de los que vuelven, sólo con el cansancio de los recuerdos tristes, de las mañanas inalcanzables con un aire dudoso de victoria. Sin ganas de volver. Existo en el abrazo virtual de tu palabra, en la caricia que reprime, en la ausencia enamorada de las realidades sin contexto, de los contextos irreales. Ansió los múltiples bocetos y trazos que descansan sobre en papel blanco, sobre el lápiz de dibujo que sostengo en mi mano izquierda. Las cosas de la lluvia, las sonrisas mojas sobre la grama. Un tinte rojo me sorprendió recordando bajo la luz complacida de los transportes públicos. Simple y perfecta con una apariencia deseable, pero sin mística. Sigo aquí, entre mis propios absurdos, como reina del mundo, ordenando todo a domicilio, sobre un reino desconchado y urbano de conflictivos edificios.

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