En los caminos de Terabithia

Algunos lugares tienen un magia superpuesta, como forzada. Eso le sucedió al parque donde jugaba en casa de mi tía, tenían grandes aspiraciones, pero no termina de ser nada concreto, solo un poco de todo que no encaja bien. Creo que para aquellos que vivimos en un tiempo prologando los pequeños planes, los lugares abiertos, tranquilos y naturales son una diminuta gloria. Una aventura de algunas horas, de unos minutos antes de volver al refugio, a nuestra ingrata soledad. Para aquellos que llevamos otra vida dentro de los exilios, alejados de la prisa productiva nuestros pensamientos son lo único que tenemos. Lo demás son roces que nos reviven otras carencias. Probar la cotidianidad perfecta genera muchas cosas. Algunas presencias son una compañía alentadora cuando surge como un recordatorio de nuestra propia existencia, para comprobar que no estamos solos en ese difícil transito de ser nosotros mismos. Creo que depende como actuemos ante ellas porque casi siempre vienen con un horario limitado, con la inconsistencia de la mano.

PD: Sigo recorriendo sin éxito las horas de la noche, los caminos de Terabithia...no los puedo ver, pero creo que están. Los perros, los hombres, los monstruos, los personajes del miedo. Pienso en A., en sus ideas de los pensarios y los diarios mientras escribo sobre un sentimiento conocido, compartido.
(27/06/08)

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