En esta abundancia fílmica, como una niña que espera por las galletas frente al horno. Estoy agradeciada porque todo lo que ha llegado y todo lo que falta por venir. Haré mi propio inventario, me recordaré con afecto y lo explicaré todo en una carta. Nadie sino yo puede saber lo mucho que he disfrutado cada cosa, como se deben valorar y despedir. No hay tiempo para lo que nos espera, para lo que se fue. La acción más importante es la presente, la que se construye con un hecho en transito. ¿Qué edad será esa donde no somos grandes, viejos o pequeños, y las responsabilidades nos son una constante? Siempre estamos llenos de pendientes y comprometidos con todos. No me refiero al tiempo sin horarios de la vejez o al cumplimiento cabal de la costumbre que tenemos desde niños. Es un espacio de tiempo que no existe o no he vivido todavía. Hace algunos meses me di cuenta que cada persona tiene su público y muchas veces nos metemos en la sala equivocada.

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