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¿La paz a cualquier precio? Es una frase que se volvió pensamiento, y luego consigna. Después crecí, perdió el sentido y hoy me encuentro ante ella observándola sin validez. La respuesta es No. No, si el precio somos nosotros o nuestra inestabilidad ante los conflicto. Si mantenemos la falsa creencia de que todo debe estar bien. Creo que cuando somos pequeños se omiten muchas partes importantes de nuestra educación emocional e intelectual. Una lección importante es perder el miedo o ese malestar extraño cuando no todo está en un aparente orden y equilibrio. Lo cierto es que las piezas encajan algunas veces y la mayor parte del tiempo estamos jugando a Bob el constructor con nuestros bordes. Somos tan indeterminados e imprecisos como Dios en su infinita sabiduría lo dispuso, y eso es un hecho tan redondo como que todo lo que contiene mantequilla es delicioso. Lista para mis vacaciones, todavía no tengo planes específicos, pero si tengo varias lecturas pendientes y mucho material por revisar. Me espera casi un mes de sano descanso y relax :D Creo que el próximo año será bueno, pero es muy pronto para las reflexiones de fin de año, todavía no tengo claro por donde empezar hacer mi balance de este año. Es bueno recibir los abrazos poéticos, y disfrutar de conversaciones y compañías que nos refresca. Por ahora sigo apegada a mi lista de prioridades, escribiendo menos y haciendo más. Me había olvidado de lo divino que es caminar por las noches, todo muy bueno menos los perros y las viejas catatónicas que no se ocupan de ellos. ¡Como puedes vivir en la luna de Belén y tener perros! Odio a los perros…pero me di cuenta que es culpa de los dueños porque Tango y Nube son muy educados y me tratan bien.

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